¿Debo seguir duchándome a diario después de los 65? Lo que recomiendan los dermatólogos

A partir de la tercera edad, la piel cambia. Ducharse a diario puede ser perjudicial. Conoce la frecuencia ideal para adultos mayores

Ducha adulto mayor

Cuando llegamos a la vejez, es necesario modificar nuestros hábitos de higiene. Crédito: Shutterstock

Para muchas personas, ducharse cada día es una rutina sagrada. Se asocia con la higiene, la frescura y el bienestar. Sin embargo, cuando se alcanza la tercera edad, este hábito tan arraigado puede necesitar una revisión. Lo que ha sido un gesto saludable durante décadas podría volverse contraproducente a partir de los 65 años.

Con el envejecimiento, la piel sufre una serie de cambios fisiológicos que la hacen más vulnerable. Se vuelve más fina, pierde elasticidad y su capacidad de producir sebo (el aceite natural que la protege) disminuye notablemente. Estos factores provocan sequedad, irritación y una mayor propensión a infecciones si no se adoptan ciertos cuidados. Por eso, numerosos especialistas en dermatología están advirtiendo: ducharse todos los días ya no es la mejor opción para los adultos mayores.

Solo 2 o 3 duchas por semana a partir de los 65 años

Según el portal médico francés Santé, una fuente habitual de referencia en temas de salud pública en Europa, la recomendación más segura para las personas mayores es limitar la frecuencia del baño a 2 o 3 veces por semana. Esta pauta permite mantener una higiene adecuada sin deteriorar la barrera cutánea natural.

La doctora Sylvie Meaume, dermatóloga y jefa del Departamento de Geriatría, Heridas y Cicatrización del hospital Rothschild de París, explica que el problema no está en el agua en sí, sino en el uso frecuente de jabones agresivos y agua caliente.

“Una limpieza excesiva, especialmente con jabones fuertes o agua muy caliente, puede dañar la piel y eliminar bacterias beneficiosas”, advierte Meaume en declaraciones recogidas por Santé.

Estas bacterias forman parte del microbioma cutáneo, un ecosistema natural que protege la piel de agentes externos y regula su salud. Al destruirlo con baños diarios agresivos, el riesgo de sequedad extrema, picazón, grietas o eccemas se incrementa notablemente.

A medida que envejecemos, nuestra piel cambia y por ello, nuestras duchas deben modificarse. (Foto: Shutterstock)

Alternativas saludables: higiene localizada a diario

Pero no ducharse a diario no significa renunciar a una buena higiene. Los especialistas proponen una rutina combinada: complementar las duchas espaciadas con limpiezas localizadas cada día.

Las zonas clave son:

* Las axilas

* La zona genital

* El rostro y cuello

* Entre los dedos de los pies

* Las manos

Estas áreas acumulan sudor, bacterias y secreciones, por lo que requieren limpieza diaria con una toalla húmeda o esponja suave y productos sin alcohol ni perfumes.

Esta rutina localizada no solo protege la piel, sino que también mejora la autonomía de las personas mayores, al no requerir un baño completo diario, que en algunos casos puede representar un riesgo de caídas o fatiga.

Cómo ducharse de forma segura después de los 65

Cuando llega el momento de la ducha, lo ideal es que esta se adapte a las nuevas necesidades de la piel. Aquí algunas recomendaciones clave de los dermatólogos:

* Duración: no más de 3 o 4 minutos.

* Temperatura: agua tibia, nunca caliente.

* Jabones: optar por geles dermatológicos suaves, sin tensioactivos agresivos ni fragancias fuertes.

* Secado: evitar frotar. Lo mejor es secar con toques suaves, especialmente en zonas sensibles.

* Hidratación posterior: aplicar una crema humectante sin alcohol justo después del baño, con la piel aún húmeda.

Este tipo de rutina protege la piel y, a la vez, conserva los beneficios emocionales y físicos que puede aportar una buena ducha: activar la circulación, mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés.

Si bien la recomendación general es ducharse de 2 a 3 veces por semana, hay que considerar otros factores personales que pueden influir en la frecuencia ideal de baño:

* Clima: En verano o en zonas cálidas, puede ser necesario bañarse con más frecuencia.

* Actividad física: Las personas mayores que caminan, hacen ejercicio o sudan mucho, requerirán una higiene más frecuente.

* Condiciones médicas: Algunas enfermedades de la piel o tratamientos médicos requieren una rutina específica.

* Grado de autonomía: Quienes tienen movilidad reducida deben priorizar la seguridad. Ducharse menos veces, pero con apoyo es preferible a arriesgarse a caídas.

A medida que envejecemos, la forma en que cuidamos nuestra piel debe evolucionar con nosotros. El agua, el jabón y la higiene siguen siendo aliados, pero solo cuando se usan con criterio. Menos frecuencia no significa menos limpieza, sino más conciencia.

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