Mal descanso: una de las razones del sobrepeso y los dolores crónicos, según un experto 

La falta de sueño podría ser la razón principal de una inflamación crónica

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Varios estudios han demostrado que lo más saludable es tener unas 8 horas de sueño. Crédito: Shutterstock

Dormir mal no sólo produce cansancio o falta de concentración, también puede disparar procesos inflamatorios permanentes dentro del cuerpo. De acuerdo con el psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer, la interrupción del sueño, ya sea por dormir poco, roncar o sufrir apneas, genera un entorno propicio para la inflamación crónica, vinculada al sobrepeso y al dolor persistente.

A través de un video publicado en su cuenta oficial de Instagram, Verdaguer explicó que detrás de este mal descanso hay un desbalance en la activación del sistema inmunológico, agravado por factores cotidianos como el estrés, las relaciones sociales tensas o la sensación de exclusión

Falta de sueño: el detonante de un gran número de enfermedades metabólicas 

En su publicación, el especialista también señaló que sentirse no valorado en el trabajo o en el entorno familiar, combinado con un sueño deficiente, puede activar de forma constante el sistema de defensa, provocando inflamación que se mantiene en el tiempo y desencadena enfermedades metabólicas, digestivas y cefaleas crónicas.

Otro foco importante que Verdaguer mencionó es el rol de los patógenos presentes en la flora intestinal o bucal: “Cuando hay un patógeno también se generan inflamaciones”, explicó. Señales como sangrado de encías o alteraciones digestivas son, en su opinión, indicios de esta respuesta inflamatoria inmune que no debe pasar desapercibida.

El vínculo entre sueño e inflamación

La hipótesis de Verdaguer encuentra respaldo en diversas investigaciones. Un meta análisis publicado en Somnologie sostiene que la relación entre el sueño y la inflamación es bidireccional: el déficit de descanso eleva marcadores proinflamatorios y, a su vez, esos mismos mediadores dificultan un sueño reparador. 

Estudios clínicos también han demostrado que someter a voluntarios a privación de sueño durante al menos 24 horas eleva significativamente los niveles de citocinas como IL‑6 y proteína C reactiva, involucradas en enfermedades metabólicas.

Por su parte, la National Sleep Foundation también destaca que la falta crónica de sueño puede desregular hormonas de apetito como la leptina y la grelina, incrementando la sensación de hambre y favoreciendo el aumento de peso. 

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Los trastornos del sueño son uno de los síntomas del COVID prolongado.
Crédito: jcomp | Pexels

Por qué importa lo que sentimos y dormimos

Verdaguer subrayó que el cuerpo utiliza la inflamación como señal de alerta frente a desequilibrios prolongados, no sólo ante infecciones. Ese estado constante de defensa repercute en varios niveles:

  • Metabolismo: favorece resistencia a la insulina y acumulación de grasa.
  • Sistema digestivo: puede provocar dolores y trastornos gastrointestinales.
  • Dolor crónico: amplifica molestias musculares y articulares.

Como apunta la evidencia citada, el descanso reparador y el equilibrio emocional deben considerarse pilares esenciales dentro de un enfoque preventivo integral para la salud.

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